MUSEO ARTECAMPO

 

El Museo de Arte Originario y Popular de las Tierras Bajas

 

 

Museo Artecampo: la historia detrás de la colección

“Llegábamos a las comunidades y nos acercábamos a las ancianas que atesoraban el saber de sus pueblos; fueron ellas las que lo fueron transmitiendo a las más jóvenes que empezaron a sumarse, entusiastas, a la iniciativa. Poco a poco, fuimos rescatando diseños, técnicas y materiales, al tiempo que los grupos de mujeres empezaban a sentir la necesidad de organizarse en asociaciones.”

— Ada Sotomayor de Vaca, Directora y fundadora del CIDAC

 

El Museo de Arte Originario y Popular de las Tierras Bajas es fruto de más de tres décadas de investigación, recuperación y desarrollo artesanal llevado a cabo por el Centro de Investigación, Diseño Artesanal y Comercialización Cooperativa (CIDAC) y por la Asociación de Artesanas y Artesanos del Campo (Artecampo). Alberga una colección de piezas contemporáneas de las culturas ayorea, guaraya y guaraní, además de otras comunidades interculturales del Oriente boliviano.

Su objetivo es exhibir, preservar y difundir la riqueza cultural regional, ofreciendo al visitante un acercamiento a su diversidad, manifiesta en los modos de vida, estética y pensamiento, de los distintos pueblos representados. El Museo aspira, también, a incentivar la investigación y los estudios alrededor de los pueblos del Oriente Boliviano y a documentar la experiencia de trabajo de CIDAC y Artecampo por el desarrollo humano de la región.

 

 

El legado de nuestras culturas

Desde tiempos precolombinos han sobrevivido, de forma diferente en cada caso, diversas culturas en las Tierras Bajas bolivianas. Los ayoreode, los chiquitanos, los guarayos y los guaraníes han mantenido su lengua, su identidad y su producción plástica. A través del tejido, la cerámica, la pintura y otras técnicas, combinan esencialmente lo bello y lo útil.

Las obras artesanales, al ser objetos de uso diario y de uso ceremonial, son los soportes materiales de las creencias y la simbología de cada cultura, reflejando al mismo tiempo que una expresión individual, los códigos de todo un pueblo.

Hacia 1979, la producción plástica de los pueblos del Oriente sufría una doble marginación: por parte de la población urbana que ignoraba la tradición artística y artesanal de su propia tierra; y por parte de los mismos indígenas, afectados por el desprecio general hacia lo suyo. Los rescatadores de artesanía a bajo precio, los productos industrializados y el éxodo a las ciudades, habían afectado seriamente la producción artesanal.

En más de 30 años de trabajo conjunto de CIDAC con la Asociación de Artesanas y Artesanos del Campo, se ha reconquistado un oficio digno y rentable; reviviendo la producción artística y artesanal y expresando las nuevas realidades de las comunidades. Este proceso ha resultado en un gran cambio en la condición de las mujeres artesanas: ha valorizado su trabajo, sus saberes ancestrales y su creatividad individual; potenciando su organización y liderazgo.

De este modo se ha revelado a la ciudad su patrimonio artístico autóctono, se ha despertado orgullo por las expresiones culturales indígenas y se ha logrado evitar, hasta ahora, su desaparición.